En esta fecha se encontró el Mayor General Calixto García ante una de las situaciones más críticas de su vida, cuando sorprendido por una guerrilla enemiga y separado de las tropas, con sus ayudantes muertos o heridos, se aplicó el revólver bajo la barbilla y disparó. Así, moribundo, fue hecho prisionero el General, que luego sobrevivió. Al recibir doña Lucía Iñiguez la noticia de la captura de su hijo se negó a darle crédito, hasta que al advertirle que sólo ensangrentado y muy grave había sido posible tomarlo prisionero, exclamó: “¡Ese, ese es mi hijo Calixto!…¡Muerto antes que rendido!…”
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