La confianza de Fidel en su conducta y en su liderazgo y la lealtad de Camilo a su jefe y a la Revolución,
deliberadamente manipuladas por el enemigo, trascienden el episodio de Columbia con aquel «¿Voy bien, Camilo?», o la pintoresca jugada del Estadio del Cerro, cuando quedó claro que «contra Fidel ni en la pelota»