Otro 24 febrero bajo el grito de ¡Independencia o muerte! Los revolucionarios de hoy,
son los héroes del siglo XXI y no podemos quedarnos sentados esperando que la historia se repita.
En aquel entonces, Apóstol habia sido capaz de hallar los códigos necesarios para librar a la causa insurrecta del escepticismo que lastraba a no pocos de los veteranos, impregnar de espíritu patriótico a los jóvenes, acabar con las rencillas que dividían a los revolucionarios e integrar a los elementos dispersos.
Las traiciones entre las filas revolucionarias y la confabulación del gobierno de Estados Unidos con la Corona española, a la espera activa de su oportunidad para intervenir en el conflicto una vez madura la fruta, impidieron que llegara a la Isla el huracán previsto por Martí, Gómez y Maceo; pero el 24 de febrero de 1895 otra vez tronó en la manigua redentora el grito de ¡Independencia o muerte! Era la Guerra Necesaria.
Junto a los veteranos del 10 de Octubre, las nuevas hornadas de combatientes mambises hicieron suya la máxima cespedista de no permanecer de rodillas frente a un poder extranjero, y se levantaron. En República Dominicana y Costa Rica se aprestaban para partir hacia la mayor de las Antillas los tres líderes de la revolución social demandada por las bases populares de nuestro pueblo. Nada ni nadie podría impedir al Apóstol cumplir la promesa en carta a su amigo Manuel Mercado 17 años atrás, cuando supo de la paz del Zanjón: “Mi patria está en tanta fosa abierta, en tanta gloria acabada, en tanto honor perdido y vendido. Ya yo no tengo patria:—hasta que la conquiste”
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